En pleno siglo XXI podemos encontrar una
increíble gama de variedades, cepas o genéticas, ofrecidas por cientos de bancos
de semillas, que desarrollan sus nuevas variedades en busca de ciertos sabores,
efectos o propiedades variadas.
Estas propiedades han surgido gracias a la
capacidad de adaptación de esta planta, ya que ha sufrido un proceso de
adaptación de siglos, por lo que dependiendo de la zona de la que provenga,
mostrará unas características u otras.
Se conoce que todas las plantas de cannabis
proceden de una misma genética, aunque se desconoce su procedencia original,
puesto que existen algunas teorías que se contradicen. Algunos expertos afirman
que proviene del Himalaya mientras que otros afirman que de Afganistán, aunque
no se puede saber con exactitud quien tiene razón exactamente.
Lo único que podemos afirmar, es que con el
paso de los años las semillas se extendieron por todo el mundo, adaptándose
generación tras generación a los climas de cada zona. De esta manera ha evolucionado
de forma natural, formando genéticas totalmente diferentes, que conocemos como
Landrace.
Originalmente los bancos de semillas
realizaban sus cruces con Landraces, mezclando variedades índicas y sativas
entre sí, formando increíbles genéticas, que a día de hoy siguen manteniendo su
gran fama. Podemos encontrar algunos de estos cruces con predominancia índica, mientras
otros muestran predominancia sativa, o un estado híbrido más equilibrado. A día
de hoy estas landrace todavía se utilizan en la formación de nuevas genéticas,
aunque la mayoría de bancos de semillas prefiere realizar sus variedades a
partir de cruces entre otras genéticas ya establecidas, en ocasiones por el
mismo banco y en otras por otros bancos de semillas.
Las posibilidades son infinitas, cada vez que
se desarrolla una nueva cepa, esta muestra propiedades específicas, que
variarán en función de los padres utilizados y los fenotipos seleccionados. Seguidamente
esta puede cruzarse con otra cepa totalmente diferente, creando así otra
genética nueva, con una estructura, un sabor y unos efectos propios.
Además de los padres utilizados en el cruce,
uno de los factores que más influye en la genética es la selección de
fenotipos, ya que una vez realizado el cruce, las semillas que nos ofrecen no
tienen nada que ver entre sí. Unos fenotipos muestran más rasgos del padre,
mientras que otros se asemejan más a la madre, por lo que nos genetistas de los
bancos seleccionan los fenotipos que más se adaptan a sus gustos o necesidades, y los vuelven
a cruzar entre sí. Por este motivo algunos bancos copian las cepas más
conocidas de otros, formando versiones similares pero no idénticas, ya que se
pueden utilizar padres de la misma genética, pero la selección de fenotipos
siempre será decisiva.
De esta forma consiguen ofrecernos un sinfín
de genéticas diferentes, cada una con propiedades exclusivas. Algunos de los
rasgos que más definen cada genética son su sabor, su efecto, su producción de
resina, o su capacidad y velocidad de floración.
Cada vez que degustes una variedad nueva,
asegúrate de apreciar bien todos estos rasgos que la definen, y comenzarás a
notar considerables diferencias entre ellas.
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